Foto de Markus Spiske en Unsplash
El cambio climático no exceptúa a nadie, llegando en los países nórdicos a más de 40°C bajo cero y entre nosotros, como en Río de Janeiro, a 50°C con una sensación térmica de 70°C sobre cero. Tales eventos no admiten tergiversaciones. Muchos están percibiendo que están embarcados en un navío que se está yendo a pique y buscan soluciones de todo tipo, algunas inaceptables.
La primera se originó entre los supermultimillonarios (0,1% de la humanidad) que se reúnen anualmente en Davos. Proyectaron el Great Reset del capitalismo, es decir, el gran reinicio del capitalismo llevado al extremo. Por medio de la Inteligencia Artificial, proponen una especie de despotismo cibernético, mediante el cual controlan a cada persona, a todo el pueblo, incluso con los móviles y computadores desconectados, hasta la pasta de dientes que estoy usando. Impondrían su tipo de producción, distribución y consumo a toda la humanidad. Ese proyecto es tan perverso que no tiene ninguna posibilidad de ser llevado a cabo. A todo poder se opondría el anti poder de toda la humanidad que inviabilizaría su intento.
La segunda propuesta es el capitalismo verde. Se propone reforestar todas las áreas devastadas y conservar todas las áreas verdes, lo que parece muy atractivo. Pero el capitalismo siempre es capitalismo. Este proyecto no cambia el sistema productor de mercancías, que busca el lucro. Lo verde no cuestiona la perversa desigualdad social. Antes mercantiliza toda la naturaleza. Ejemplo: no solo se lucra con la venta de la miel de abejas, también cobra por su capacidad de polinización. Como dice con acierto Michael Löwy, director de investigación en sociología del CNRS de París en un artículo sobre el decrecimiento: «No hay solución para la crisis ecológica en el marco del capitalismo, un sistema enteramente dedicado al productivismo, al consumismo y a la lucha feroz por “franjas de mercado”. Su lógica intrínsecamente perversa conduce inevitablemente a la ruptura del equilibrio ecológico y a la destrucción de los ecosistemas».
La primera se originó entre los supermultimillonarios (0,1% de la humanidad) que se reúnen anualmente en Davos. Proyectaron el Great Reset del capitalismo, es decir, el gran reinicio del capitalismo llevado al extremo. Por medio de la Inteligencia Artificial, proponen una especie de despotismo cibernético, mediante el cual controlan a cada persona, a todo el pueblo, incluso con los móviles y computadores desconectados, hasta la pasta de dientes que estoy usando. Impondrían su tipo de producción, distribución y consumo a toda la humanidad. Ese proyecto es tan perverso que no tiene ninguna posibilidad de ser llevado a cabo. A todo poder se opondría el anti poder de toda la humanidad que inviabilizaría su intento.
La segunda propuesta es el capitalismo verde. Se propone reforestar todas las áreas devastadas y conservar todas las áreas verdes, lo que parece muy atractivo. Pero el capitalismo siempre es capitalismo. Este proyecto no cambia el sistema productor de mercancías, que busca el lucro. Lo verde no cuestiona la perversa desigualdad social. Antes mercantiliza toda la naturaleza. Ejemplo: no solo se lucra con la venta de la miel de abejas, también cobra por su capacidad de polinización. Como dice con acierto Michael Löwy, director de investigación en sociología del CNRS de París en un artículo sobre el decrecimiento: «No hay solución para la crisis ecológica en el marco del capitalismo, un sistema enteramente dedicado al productivismo, al consumismo y a la lucha feroz por “franjas de mercado”. Su lógica intrínsecamente perversa conduce inevitablemente a la ruptura del equilibrio ecológico y a la destrucción de los ecosistemas».
Propuestas prometedoras
Hay algunas propuestas verdaderas, suponiendo que aún estemos a tiempo:
El bioregionalismo. Define el territorio no con la división convencional en municipios, sino mediante la configuración que la misma naturaleza ofrece: tipo de fauna y flora, cuencas hídricas, lagos, montañas y valles, y tipo de población. En el ámbito del terreno se puede construir una economía realmente sostenible con la utilización racional de los bienes y servicios naturales, con redes de cooperativas de producción solidaria, integración de toda la población, permitiendo una democracia representativa de hecho, valorizando los bienes culturales tales como las tradiciones y fiestas locales y celebrando a los personajes notables que vivieron en la región. Como todo es producido a nivel local, se evitan los transportes largos. Podríamos imaginar al planeta Tierra como un tapete de millones de territorios locales con una economía integrada y sostenible, con más equidad o disminución real de la pobreza.
Economía solidaria y agroecológica. Como su nombre indica, se trata de cooperativas que trabajan solidariamente basándose en la agroecología, en sintonía con los ritmos de la naturaleza, diversificando la producción para permitir la regeneración de los suelos. Ellas se desarrollaron como ONGs Ciudades sin Hambre, huertas urbanas y escolares. Se aprovechan espacios no utilizados en las ciudades o las azoteas de las casas para una producción de consumo local, con la participación de todos. No se presenta como un proyecto total sino como una forma de garantizar alimentos sanos para las poblaciones. El MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) ha mostrado los efectos benéficos e integradores de este tipo de economía solidaria.
Economía circular. Se basa en la reducción, reutilización, recuperación y reciclaje. Se reciclan especialmente envases, vidrios, PET, PP y papel. Se ahorran recursos naturales, se aprovecha lo ya utilizado. De esta forma se rompe el actual modelo lineal de extracción-producción-eliminación. Ese modelo ecológicamente es interesante, pero no se plantea las cuestiones de la ecología social que tiene como objetivo superar las desigualdades sociales. Así la economía circular es de alcance limitado.
El bien vivir/convivir. Un modelo vivido desde hace siglos por los pueblos andinos. Es una economía profundamente ecológica, pues se parte de que la Pachamama (Madre Tierra) produce todo. El ser humano la ayuda con su trabajo cuando no hay abundancia. Para ellos el concepto-matriz es la armonía que comienza en la familia, se extiende a la naturaleza, de la cual cada ser es portador de derechos, que en las constituciones de Bolivia y de Ecuador han sido ya consignados. La centralidad no está puesta en la economía sino en la convivencia pacífica y en una relación amigable con la naturaleza, las aguas, los bosques, las selvas y las montañas. Quien sabe, si un día despierta en la humanidad su profunda pertenencia a la Tierra y a la naturaleza, el bien-vivir y convivir será un ideal a ser vivido por todos.
Economía de Francisco. Es un movimiento propuesto por el Papa Francisco. Después de hacer una crítica contundente al sistema del capital y a su cultura consumista, propone una fraternidad universal. Esta se extiende a todos los seres y entre los humanos, todos hermanos y hermanas (su encíclica Fratelli tutti). La centralidad la ocupa la vida en todas sus formas, especialmente la vida humana, con particular cuidado de la vida de los más vulnerables. La economía y la política estarían en primerísimo lugar al servicio de la vida, y solo después al mercado. Es un ideal generoso, aún en gestación.
Ecosocialismo. Es el proyecto que tiene una mayor posibilidad de realización histórica. No tiene nada que ver con el socialismo vivido al estilo soviético, pero quiere realizar el ideal de dar a cada uno según sus necesidades y que cada uno ofrezca sus posibilidades. Ese proyecto es el más avanzado y sólido. Supone un contrato social mundial con un centro plural de gobernanza para los problemas globales de la humanidad, como fue el caso del coronavirus y ahora el del cambio climático. Los bienes y servicios naturales son de todos y se propone un consumo decente y sobrio que incluiría también a la comunidad de vida que también necesita los nutrientes necesarios para su sostenibilidad. Ganaría más impulso si este proyecto superara su sociocentrismo ecológico e incorporara los datos más fiables de la nueva cosmología y biología, que consideran la Tierra y la vida humana como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico. El ecosocialismo ecológico sería una emergencia de este proceso global.
Finalmente, cualquier modelo que pretenda resolver la crisis planetaria deberá rescatar lo que un día tuvimos y perdimos, guardado por los pueblos originarios: nuestra profunda pertenencia y comunión con la Madre Tierra y con todas sus criaturas. Esta visión ancestral de los pueblos originarios, será, según el pensador Ailton Krenak (cf. Futuro Ancestral 2022), nuestro futuro, el que nos garantizará continuar en este planeta. Esperamos que los tiempos de la Tierra nos sean generosos para vivir ese sueño.
El bioregionalismo. Define el territorio no con la división convencional en municipios, sino mediante la configuración que la misma naturaleza ofrece: tipo de fauna y flora, cuencas hídricas, lagos, montañas y valles, y tipo de población. En el ámbito del terreno se puede construir una economía realmente sostenible con la utilización racional de los bienes y servicios naturales, con redes de cooperativas de producción solidaria, integración de toda la población, permitiendo una democracia representativa de hecho, valorizando los bienes culturales tales como las tradiciones y fiestas locales y celebrando a los personajes notables que vivieron en la región. Como todo es producido a nivel local, se evitan los transportes largos. Podríamos imaginar al planeta Tierra como un tapete de millones de territorios locales con una economía integrada y sostenible, con más equidad o disminución real de la pobreza.
Economía solidaria y agroecológica. Como su nombre indica, se trata de cooperativas que trabajan solidariamente basándose en la agroecología, en sintonía con los ritmos de la naturaleza, diversificando la producción para permitir la regeneración de los suelos. Ellas se desarrollaron como ONGs Ciudades sin Hambre, huertas urbanas y escolares. Se aprovechan espacios no utilizados en las ciudades o las azoteas de las casas para una producción de consumo local, con la participación de todos. No se presenta como un proyecto total sino como una forma de garantizar alimentos sanos para las poblaciones. El MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) ha mostrado los efectos benéficos e integradores de este tipo de economía solidaria.
Economía circular. Se basa en la reducción, reutilización, recuperación y reciclaje. Se reciclan especialmente envases, vidrios, PET, PP y papel. Se ahorran recursos naturales, se aprovecha lo ya utilizado. De esta forma se rompe el actual modelo lineal de extracción-producción-eliminación. Ese modelo ecológicamente es interesante, pero no se plantea las cuestiones de la ecología social que tiene como objetivo superar las desigualdades sociales. Así la economía circular es de alcance limitado.
El bien vivir/convivir. Un modelo vivido desde hace siglos por los pueblos andinos. Es una economía profundamente ecológica, pues se parte de que la Pachamama (Madre Tierra) produce todo. El ser humano la ayuda con su trabajo cuando no hay abundancia. Para ellos el concepto-matriz es la armonía que comienza en la familia, se extiende a la naturaleza, de la cual cada ser es portador de derechos, que en las constituciones de Bolivia y de Ecuador han sido ya consignados. La centralidad no está puesta en la economía sino en la convivencia pacífica y en una relación amigable con la naturaleza, las aguas, los bosques, las selvas y las montañas. Quien sabe, si un día despierta en la humanidad su profunda pertenencia a la Tierra y a la naturaleza, el bien-vivir y convivir será un ideal a ser vivido por todos.
Economía de Francisco. Es un movimiento propuesto por el Papa Francisco. Después de hacer una crítica contundente al sistema del capital y a su cultura consumista, propone una fraternidad universal. Esta se extiende a todos los seres y entre los humanos, todos hermanos y hermanas (su encíclica Fratelli tutti). La centralidad la ocupa la vida en todas sus formas, especialmente la vida humana, con particular cuidado de la vida de los más vulnerables. La economía y la política estarían en primerísimo lugar al servicio de la vida, y solo después al mercado. Es un ideal generoso, aún en gestación.
Ecosocialismo. Es el proyecto que tiene una mayor posibilidad de realización histórica. No tiene nada que ver con el socialismo vivido al estilo soviético, pero quiere realizar el ideal de dar a cada uno según sus necesidades y que cada uno ofrezca sus posibilidades. Ese proyecto es el más avanzado y sólido. Supone un contrato social mundial con un centro plural de gobernanza para los problemas globales de la humanidad, como fue el caso del coronavirus y ahora el del cambio climático. Los bienes y servicios naturales son de todos y se propone un consumo decente y sobrio que incluiría también a la comunidad de vida que también necesita los nutrientes necesarios para su sostenibilidad. Ganaría más impulso si este proyecto superara su sociocentrismo ecológico e incorporara los datos más fiables de la nueva cosmología y biología, que consideran la Tierra y la vida humana como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico. El ecosocialismo ecológico sería una emergencia de este proceso global.
Finalmente, cualquier modelo que pretenda resolver la crisis planetaria deberá rescatar lo que un día tuvimos y perdimos, guardado por los pueblos originarios: nuestra profunda pertenencia y comunión con la Madre Tierra y con todas sus criaturas. Esta visión ancestral de los pueblos originarios, será, según el pensador Ailton Krenak (cf. Futuro Ancestral 2022), nuestro futuro, el que nos garantizará continuar en este planeta. Esperamos que los tiempos de la Tierra nos sean generosos para vivir ese sueño.
Leonardo Boff - Habitar la Tierra - Vozes 2023.